Puertorriqueños de NYC, por Katie Bolander

Al salir de mi apartamento en el barrio de Nueva York que se llama el Upper East Side, veo niños pequeños acompañados por sus niñeras camino a la escuela, hombres de negocios caminando briosamente a la estación del metro, restaurantes y cafés de propiedad privada, supermercados con comida fresca, museos, escuelas, gimnasios, tiendas y mucho más. Todo lo que una persona podría necesitar está a su alcance. Este es mi barrio: se considera que abarca la zona entre el río del Este y la Quinta Avenida, entre las calles 59 y 96. El Upper East Side es uno de los barrios más prósperos de Nueva York, y de los Estados Unidos.

Cuando yo doblo la esquina de mi calle 91, hacia el norte por la avenida Lexington, en pocos minutos la zona cómoda que yo conozco comienza a cambiar. Veo bodegas, conjuntos de viviendas subvencionadas y gente sin trabajo charlando en sus entradas. Esta zona se llama East Harlem. Cubre el área entre el río del Este y la Quinta Avenida, entre la calle 96 y el río Harlem. Hoy día, East Harlem es más conocido como Spanish Harlem o El Barrio.

El Barrio ha sido dominado por puertorriqueños desde los años 50. En este barrio establecieron una vida cultural de gran vitalidad y sociabilidad. En actualidad, El Barrio sigue siendo el corazón de los puertorriqueños y sus descendientes en Nueva York. Sin embargo, se enfrenta a muchos problemas sociales.

A lado del Upper East Side, que tiene más de veinte escuelas privadas y buenas escuelas públicas, las escuelas en El Barrio tienen una tasa significativamente alta de jóvenes que abandonan los estudios e incidentes de violencia. Mientras yo entraba en mi escuela cómodamente saludando a mis profesores y amigos, cinco minutos al norte había estudiantes que pasaban por detectores de metales por miedo de que alguien fuera a llegar a la escuela con armas. Las escuelas también están plagadas de calificaciones bajas y altas tasas de absentismo escolar. Además, El Barrio tiene mucha pobreza, crimen y consumo y venta de drogas. Muchas veces, al crecer en El Barrio puede ser difícil romper este ciclo de vida.

Las relaciones entre Puerto Rico y los Estados Unidos comenzaron mucho antes que el Barrio. El primer grupo de inmigrantes puertorriqueños llegó a mediados del siglo 19 cuando Puerto Rico todavía era una colonia española, por lo cual fueron considerados súbditos españoles. Se estima que en 1900 había 1.800 puertorriqueños en Nueva York. El segundo grupo llegó poco después de la Guerra Española-Estadounidense, en la que España perdió, además de Cuba, su vecina colonia de Puerto Rico. Este grupo ya no fue considerado de ciudadanos españoles, sino del Puerto Rico de dominio estadounidense. Al principio necesitaban pasaportes para entrar en suelo continental de EEUU. Sin embargo, en 1917 se aprobó la Ley Jones-Shafroth, que dio a los puertorriqueños la ciudadanía estadounidense. Los puertorriqueños ya no eran inmigrantes, sino migrantes dentro del país. Ellos podían entrar y salir de cualquier parte de Estados Unidos sin pasaporte, y se creó una frontera porosa entre la isla y el continente.

La mayor oleada de puertorriqueños, conocida como la Gran Migración, se produjo en la década de 1950. En 1950, se estima que había 31.000 migrantes puertorriqueños en Nueva York. Solo diez años después, se estima que había más de 600.000 personas nacidas en Puerto Rico o de parentesco puertorriqueño. Había tres motivos principales: la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y la difusión de los viajes aéreos.

Desde que la economía de Puerto Rico era, y sigue siendo, dependiente de la de los Estados Unidos, la isla caribeña fue golpeada por la Gran Depresión de 1929. El desempleo aumentó y muchas familias huyeron a Nueva York en busca de trabajo. Una década después, comenzó la Segunda Guerra Mundial. Dado que muchos hombres fueron enviados a la guerra, hubo una repentina necesidad de mano de obra para ocupar los puestos vacantes. Los puertorriqueños, tanto hombres como mujeres, se emplearon en las fábricas y muelles produciendo mercancías nacionales y bélicas. Por último, el transporte aéreo era cada vez más común. Esto creó una manera más asequible y rápida de viajar a Nueva York. Aunque los migrantes de Puerto Rico tenían sus razones personales para abandonar la isla, la mayoría se fue debido a la pobreza.

Además, hubo dos acontecimientos en 1948 que alentaron la migración puertorriqueña. En primer lugar, la División de Migración del Departamento del Trabajo de Puerto Rico abrió sus oficinas en Nueva York con la misión de mediar entre la isla y Nueva York y la comunidad puertorriqueña. En segundo lugar, la Operación Manos a la Obra, el nombre dado a los proyectos ambiciosos que buscaban industrializar Puerto Rico, comenzó. Sin embargo, la industria no creó suficientes puestos de trabajo en la isla. Con el aumento de la población y el desplazamiento de las actividades laborales tradicionales, no había cabida para todos. Por eso, una gran parte del trabajo excedente se fue a Nueva York, cuyo el alcalde, Robert F. Wagner Jr., inició una campaña para reclutar a los trabajadores de Puerto Rico para trabajar en las fábricas de la metrópolis. Pensó que la ciudad se beneficiaría en gran medida por la atracción de mano de obra barata.

Como la mayoría de los grandes grupos de extranjeros en los Estados Unidos, los puertorriqueños se enfrentaron a la discriminación. La discriminación era tan rampante que en algunos lugares colgaban carteles diciendo «Prohibido entrar a los perros y los puertorriqueños». A pesar de que los puertorriqueños eran técnicamente estadounidenses, eran y son vistos como “diferentes”. Además, la mayoría de las personas de ascendencia puertorriqueña se sentía parte de una cultura diferente. Naturalmente, algunos se pusieron a pensar en el nacionalismo puertorriqueño. En 1922, se fundó el Partido Nacionalista de Puerto Rico, con el objetivo de trabajar por la independencia de la isla.

Uno de los miembros más famosos de los nacionalistas de Puerto Rico es Lolita Lebrón. Fue la líder del grupo que atacó la Cámara de Representantes estadounidense en 1954. Su ataque tuvo un impacto negativo y aumentó la discriminación contra los puertorriqueños porque los estadounidenses empezaron a considerarlos como anti-estadounidenses y radicales. La encarcelaron durante 25 años. Fue liberada porque el presidente Jimmy Carter indultó al grupo. Sin embargo, el gobernador de Puerto Rico Carlos Romero Barceló se opuso públicamente a los indultos, diciendo que alentarían el terrorismo y socavarían la seguridad pública. A pesar de que esta afirmación parece exagerada, Lebrón recibió una bienvenida de héroe a su regreso a su patria, demostrando así que sus acciones son celebradas por muchos puertorriqueños. Ella es un símbolo de la fuerza y orgullo puertorriqueño, que la mayoría de los puertorriqueños eligen expresar de otras maneras.

Un ejemplo importante de la expresión de la herencia puertorriqueña es el Movimiento Neorriqueño (conocido en Nueva York como Nuyorican). El escritor puertorriqueño Jesús Colón fundó este movimiento intelectual involucrando a poetas, escritores, músicos y artistas puertorriqueños o de ascendencia puertorriqueña que viven en Nueva York. El fenómeno de los Nuyoricans se produjo cuando muchos migrantes de Puerto Rico se enfrentaron a dificultades y la discriminación racial. Su amor por Puerto Rico y el distanciamiento con esta tierra que no les acepta totalmente les llevó a la subcultura Nuyorican. En 1980 nació el Nuyorican Poets Café, donde se celebran muchos eventos artísticos, y actualmente es considerado un símbolo de Nueva York.

Además, la subcultura Nuyorican surgió porque los isleños no consideran como puertorriqueños a la gente de ascendencia puertorriqueña que vive en Nueva York, debido a las diferencias culturales. Por otra parte, muchos son de segunda y tercera generación, y sin embargo tampoco son considerados estadounidenses por muchos «gringos». La cultura Nuyorican les permite celebrar su doble identidad: identificándose con la isla, pero a la vez reconociendo la influencia que la geografía estadounidense y la asimilación cultural ha tenido en ellos.

Otra tradición importante del orgullo puertorriqueño es el Puerto Rican Day Parade. El primer desfile del día de Puerto Rico se produjo en 1958. Actualmente, se celebra cada segundo domingo de junio. El evento atrae a más de dos millones de espectadores anualmente y a muchas celebridades puertorriquños (ejemplos: Marc Anthony y Jennifer Lopez, Ricky Martin, jugadores de béisbol).

El hecho de que Puerto Rico es territorio estadounidense hace que el proceso de asimilación sea único. Según Carl Aronovici, lo que Estados Unidos hace generalmente para asimilar a un inmigrante es:

teach the foreigner the English language, educate him about American standards, inform him about American political institutions, impress him with the opportunities afforded to him by the United States of America, preach to him about the moral codes of American people, make him feel his responsibility toward America; these are the ways and means by which we expect to achieve the task before us” (p. 720).[1]

Todos estos métodos usó Estados Unidos para cambiar la cultura puertorriqueña, con una diferencia de suma importancia: la implementación de la “educación” tuvo lugar tanto en la isla de Puerto Rico como en el lugar de migración, principalmente la ciudad de Nueva York. El proceso de americanización de la isla empezó ya en 1898 con los sistemas políticos, económicos y educativos impuestos por los Estados Unidos a Puerto Rico [2]. Por eso, en 1917, cuando el gobierno estadounidense dio la ciudadanía a los puertorriqueños, éstos llegaron a Nueva York ya con una influencia grande de los Estados Unidos. La facilidad para viajar entre las dos tierras abrió las puertas a un proceso de transculturación única. Por un lado, el proceso de americanización en la isla ha sido acelerado por el contacto continuo con los Estados Unidos. Por otro lado, el proceso de asimilación de los puertorriqueños que viven en Nueva York ha sido ralentizado por el contacto continuo con Puerto Rico.

Muchos inmigrantes llegan a los Estados Unidos dispuestos a cambiar sus prácticas lingüísticas y culturales para que algún día sean percibidos como “americanos”. Sin embargo, el caso de los puertorriqueños es único. Primero, no son inmigrantes –la gente que nace en Puerto Rico es ciudadana estadounidense. Por eso, los puertorriqueños no tienen que actuar como “americanos” para ganar la ciudadanía. No obstante, lo que es más importante es que los puertorriqueños tienen más habilidad que cualquier otro grupo migrante para vivir en dos mundos. Se pueden cruzar las fronteras de dos culturas sin un pasaporte y sin un visado de una manera más fácil y más barata que la mayoría de los inmigrantes en Estados Unidos. Está claro que aunque la cultura puertorriqueña ha cambiado en ambos lados por la americanización, no va a desaparecer ni perderse en un grupo homogéneo.

Todavía hay una lucha por la identidad puertorriqueña. Una cuestión común es “¿quiénes somos primero?”. Muchas personas quieren que la respuesta sea puertorriqueño o que sea estadounidense. Sin embargo, la respuesta es los dos. Desde 1898, la identidad puertorriqueña se ha desarrollado bajo la hegemonía y el imperialismo americano. Hay una relación fuerte con la cultura estadounidense. No obstante, existe una dicotomía entre “nosotros” y “ellos” (gringos). Aunque los puertorriqueños sean estadounidenses, no son gringos. Lo que los salva de perder la cultura es el orgullo de ser puertorriqueño y la lucha contra la asimilación total. 

La transculturación por el vaivén, la palabra usada para describir la circulación bilateral entre la isla y el continente, entre Puerto Rico y los Estados Unidos, ha cambiado los dos lugares. Ha creado una nueva “nación” que es un cruce de las dos. Hay una coexistencia de las dos culturas, porque un puertorriqueño puede creer en Santa Claus y un nuyorican puede celebrar el día de los Reyes Magos. Esta nación socava la definición de la ciudadanía y la nacionalidad basadas sólo en el lugar de nacimiento. El desplazamiento constante de personas desdibuja los límites y las definiciones de lo que significa ser puertorriqueño. Además, una persona de descendencia puertorriqueña nunca está desconectada de forma permanente de la isla. 

Esta conexión a la isla se sigue viviendo en la juventud puertorriqueña. Sentado en el porche de mi buen amigo del Barrio, podría estar en Puerto Rico. Miro a la calle, que está llena de bodegas, carteles en español y vendedores de piraguas (helados típicos de Nueva York que trajeron los puertorriqueños, tienen forma de pirámide de hielo cortado y están cubiertos con jarabe con sabores de frutas). Julio, con quien trabajé muchos veranos como socorrista, y su familia representan una típica historia de Puerto Rico. Cuando fui a la universidad, Julio siguió siendo socorrista. Él nunca terminó el colegio y pasó tiempo en la cárcel. Por desgracia, es la historia de muchos jóvenes del Barrio.

Con nosotros charlando en el porche está su hermano, que trabaja en una tienda de coches, y su novia. Sentado a su lado está nuestro amigo Ángel, también de descendencia puertorriqueña. Ángel es también socorrista pero está estudiando para su examen de servicios médicos de emergencia, y tiene un hijo recién nacido en casa. Junto a él se sienta una prima de Julio. Ella muestra con orgullo un tatuaje en la espalda que dice «Boricua» (el término utilizado para referirse a los puertorriqueños que tienen familia arraigada en la isla desde antiguo). Cuando ella habla, muchas veces usa palabras o frases en español. Por ejemplo, ella dice «también» en vez de «also» o termina una frase en Inglés con «¿tú sabes?». A pesar de que ninguno de ellos conozca Puerto Rico ni hable español con fluidez, todos entienden las palabras en español. La mayoría de ellos han estado expuestos al español de los miembros de la familia y en la calle. De este modo, con el español, tatuajes o la ropa, pueden expresar su singularidad y orgullo de venir de Puerto Rico.

Leo y yo entramos su casa para tomar un jugo. Inmediatamente vemos a su otro hermano y a su esposa. Subimos las escaleras y pasamos junto a las dos hijas jóvenes de su prima que juegan en el pasillo. Poco después, su tío nos saluda. Para mí es «Hey Katie» y para Julio es «¿Qué pasa, papi?». Entramos en la cocina y su madre está friendo tostones, mientras que su padre está mirando un partido de béisbol. Todas las personas mencionadas, salvo yo y Ángel, viven en esta casa. Cada vez que estoy allí Julio se queja de algún asunto familiar, o su prima está chismeando en el porche. Vivir juntos con toda la  familia es típico de la isla, no de Nueva York. Es evidente que la familia de Julio, como muchos otros, ha adaptado su estilo de vida de Puerto Rico a Nueva York, manteniendo muchos elementos. Es interesante, porque ninguno de ellos diría que es estadounidense. Además, los nuyoricans tampoco han tomado la identidad con guión “Puerto Rican-American” como otros grupos minoritarios.

A pesar de que la historia de Julio es muy común entre los nuyoricans, es importante no olvidar a los muchos que han superado los obstáculos y han llegado a ser miembros muy respetados de su comunidad. Es evidente que en las últimas décadas las actitudes de los estadounidenses sobre la raza y las mujeres han cambiando y continúan cambiando rápidamente. En la actualidad, el país cuenta con un presidente afroamericano, Barack Obama, y una mujer Secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton. Los puertorriqueños no han quedado al margen del cambio del país hacia una sociedad en la que cualquiera puede realizar su sueño. Sonia Sotomayor es un ejemplo perfecto.

Como mujer de ascendencia puertorriqueña que se crió en el Bronx, Sotomayor ha roto todos los estereotipos. Creció en un barrio donde muchos otros puertorriqueños ya se habían establecido. Sus padres nacieron en Puerto Rico y no hicieron estudios superiores. Él falleció cuando ella tenía nueve años, convirtiendo a la familia en un hogar con jefatura femenina. A pesar de las estadísticas que demuestran que la mayoría de la gente en la situación de Sotomayor no sale de sus barrios, ella hizo esto y mucho más.

Sotomayor da las gracias a su madre por su éxito. Dice que su madre puso gran énfasis en el valor de la educación. Sotomayor estudió mucho y entró en las mejores universidades de los Estados Unidos. Terminó su licenciatura en la Universidad de Princeton, donde en el momento había pocas mujeres y aún menos latinos. Ella ha dicho que se sentía como un visitante de un país extranjero ya que antes de llegar a Princeton sólo conocía el Bronx y Puerto Rico. Durante su tiempo en Princeton, buscó más oportunidades para los estudiantes puertorriqueños y empujó a la Universidad a contratar a profesores latinos. Se trasladó a graduarse a la Yale Law School.

En la actualidad, Sotomayor sirve como jueza del Tribunal Supremo. Fue nominada por el presidente Obama en agosto de 2009. Sotomayor no sólo es el/la primer/a juez /jueza del Tribunal Supremo de ascendencia puertorriqueña, sino también el/la primer/a hispano/a. Ademas, es la cuarta mujer que ha servido en el Supremo.

La identidad étnica siempre ha sido un importante enfoque para Sotomayor. Ella se auto-identifica como nuyorican, sirviendo así como modelo para muchos jóvenes nuyoricans hoy día. En 1996, dijo:

«Although I am an American, love my country and could achieve its opportunity of succeeding anything I worked for, I also have a Latina soul and heart, with the magic that carries

Mantener el orgullo por su ascendencia puertorriqueña mientras ejerce un cargo muy alto abarca lo que significa ser nuyorican. Como nuyorican, uno es estadounidense y capaz de vivir el sueño americano. Al mismo tiempo, un nuyorican no se olvida de la cultura y las costumbres de la isla.


[1] Aronovici, Carl. “Americanization: Its Meaning and Function.” The American Journal of Sociology. Vol. 25, No. 6.  The University of Chicago Press: 1920.

[2] Negron de Montilla, Aida. “La americanización de Puerto Rico y el sistema de instrucción publica”. Rio Piedras: Editorial Universitaria, 1975.

3 respuestas a Puertorriqueños de NYC, por Katie Bolander

  1. Anónimo dijo:

    Muy buen articulo. 3/4 partes de mi vida la he vivido En El Barrio,(Puertorrican Harlem),Camden,NJ, Philadelphia y otros estados. Me gusta que me llamen puertorriquenio y no «newyorican», Dr. Jose A Cintron Rodriguez. Comunicador, Teologo y Antrop[ologo.

  2. Hoy viernes 21 comenzamos las presentaciones de ‘jula de Burgos Criatura del agua de Carmen Rivera. Desde Puerto Rico con Carlos Esteban Fonseca, Jimmy Navarro, Georgina Borri, Luis Enrique Romero, Amneris Morales como Julia de Burgos y Belange Rodriguez como El alma de Julia. Los esperamos Este viernes 21 y sábado 22 de noviembre a las 8:30 y domingo 23 a las 4:30 en el Teatro Jesus «Tato» Laviera (antiguo Red Carpet Theater), 240 E 123st New York, NY 10035.las taquillas a la entrada del teatro. riega la voz
    https://www.facebook.com/events/291417314388541/

  3. Hoy viernes 21 comenzamos las presentaciones de ‘Jula de Burgos Criatura del agua de Carmen Rivera. Desde Puerto Rico con Carlos Esteban Fonseca, Jimmy Navarro, Georgina Borri, Luis Enrique Romero, Amneris Morales como Julia de Burgos y Belange Rodriguez como El alma de Julia. Los esperamos Este viernes 21 y sábado 22 de noviembre a las 8:30 y domingo 23 a las 4:30 en el Teatro Jesus «Tato» Laviera (antiguo Red Carpet Theater), 240 E 123st New York, NY 10035.las taquillas a la entrada del teatro. riega la voz
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